“Busqué al Señor, y Él me oyó, y me libró de todos mis temores”

“Busqué al Señor, y Él me oyó, y me libró de todos mis temores.”
Salmo 34:4

El miedo es el mayor de todos los impostores. Cuando lo vences, todo lo demás comenzará a fluir. Te contamos cómo.

La valentía de David

Su enfrentamiento con Goliat es un ejemplo vívido de esto. Pero no es la única vez que David buscó a Dios en tiempos de temor. En el Salmo 34, nos cuenta sobre otra ocasión en la que, en medio de la adversidad, buscó a Dios y fue liberado de sus miedos.

Imagina estar en una situación donde todo parece perdido, donde el temor te invade. David estuvo allí. Sin embargo, su fe en Dios lo llevó a superar esos temores y terminar siendo Rey de Israel. Su testimonio nos enseña que no importa cuán grande sea el desafío, Dios está siempre dispuesto a escucharnos y liberarnos.

Confiando en Dios en nuestra vida cotidiana

Al igual que David, todos enfrentamos miedos y desafíos en nuestra vida cotidiana. Puede que no enfrentemos a un gigante literal como Goliat, pero enfrentamos gigantes en forma de problemas y preocupaciones. Sin embargo, al igual que David, podemos buscar a Dios y confiar en Él.

La historia de Ana

Recuerdo la historia de una amiga que pasaba por un momento difícil en su vida. Había perdido su trabajo y se sentía abrumada por las facturas y las deudas.

Me comentó que estaba desesperada, que le rogaba a Dios poder salir de esa situación que la tenía tan angustiada. Me contaba cómo sentía que el miedo le recorría cada parte de su cuerpo, como su ceño se fruncía, se le escapaban las lágrimas en cualquier momento.

En uno de sus rezos desesperados, le llegó un pensamiento de acción. Mientras que todos los días anteriores sentía que el miedo le bloqueaba a pensar y a hacer, ahora, de pronto, notó como si en su mente, algo hubiese cambiado.

Es como si se notase más ligera para pensar y para hacer, como si algo le empujase a tomar acción. Algo le decía en su interior: ¡deja de lamentarte y haz!

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”
2 Timoteo 1:7

Decidió dejar de pensar y ponerse a hacer. Dejó de darle vueltas a su situación, dejó de pensar en todo lo que le daba miedo, dejó de auto-compadecerse, simplemente se puso a hacer todos esos pendientes que tenía, a desarrollar esas ideas que guardaba en un cajón. Aunque algunas parecieran tareas intrascendentes, simplemente se puso a hacer.

Dale tus miedos a Dios y ¡toma acción!

Se puso a hacer, sin pensar en el mañana ni en el ayer, solo acción.

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.”
Isaías 43:2

Semanas después me llamó emocionada: Resulta que varios días atrás, estando ya con otra energía, más activa, había salido a hacer unos trámites. En eso que se encontró una amiga de la universidad que estaba por iniciar una empresa. Su amiga tenía el dinero, tenía los contactos, solo necesitaba una persona de máxima confianza que tuviera los conocimientos que Ana tenía.

Casi de forma espontánea, todo fluyó, comenzaron a trabajar juntas e hicieron crecer tanto la empresa de su amiga, que ella ¡decidió hacerla socia! ¿Te imaginas? De estar desesperada a ser socia de una empresa de éxito. Un nuevo camino maravilloso se abrió en su vida.

El miedo solo busca alejarnos de nuestro mayor poder: la acción

En el momento que tomamos acción, aunque al comienzo no veamos el camino, el solo hecho de hacer, pone el universo en movimiento.

¿Te imaginas si Ana se hubiese quedado asustada, bloqueada, pensando que nada de lo que hiciera le sacaría de su situación?

Decía un amigo: “Muchas veces somos muy malos pensando pero muy buenos haciendo”

El miedo es el arma del demonio para alejarnos de nuestros sueños. Es cuando más hay que confiar en Dios, cuando más hay que mostrarle nuestra fe y entregarle nuestra carga para así estar ligeros para tomar acción.

Al tomar acción permites que afloren las oportunidades, permites que las “casualidades” ocurran, que los milagros colmen tu vida.

“No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.”
Isaías 41:10

Enseñanzas clave:

  1. Confiar en Dios nos libera de nuestros miedos.
  2. No importa el tamaño del desafío, Dios está con nosotros.
  3. Buscar a Dios en medio de la adversidad trae esperanza y propósito.
  4. Toma acción ya mismo, aunque no veas el camino.

La vida está llena de desafíos, pero no estamos solos en ellos. Dios está siempre dispuesto a escucharnos y ayudarnos. No importa cuán grandes sean nuestros miedos, podemos confiar en Él y encontrar esperanza y propósito. Así que, la próxima vez que enfrentes un desafío, recuerda las palabras de David: “Busqué al Señor, y él me oyó, y me libró de todos mis temores”.

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